El profesor Eichholz mostró las premisas históricas que han contribuido a las crecientes discrepancias económicas entre América del Norte y América del Sur. Junto a la incapacidad para el autogobierno, las luchas internas de poder entre los criollos contribuyeron a que la normalización del sistema llevada a cabo con rapidez en el norte de América al final de la era colonial no se diera a lo largo de 50 años. A esto le siguieron 60 años de esfuerzos de desarrollo inhibidos, pues América Latina es mundialmente la región con los mayores desniveles económicos. De 1930 al 2000 el desarrollo se paralizó debido a la fragilidad de las instituciones, a decisiones políticas erróneas y a regímenes dictatoriales.
En los últimos seis años, sin embargo, en la mayoría de los países latinoamericanos las cifras económicas han sid mejores con respecto a las de los tres decenios pasados. Aun así, no parecen entreverse mejoras de la sociedad ni de sus condiciones de vida, ya que, a pesar del crecimiento continuo de la economía, apenas se emprenden reformas.
Los desafíos actuales para la política son, según el profesor Eichholz, la necesidad de una cooperación con la élite y una consciencia de responsabilidad social, que sobrepase las necesidades propias (a saber la propia reelección) y que sitúe el bienestar del país en el centro de sus esfuerzos. En un primer paso se trata de llevar a cabo reformas estructurales a nivel macroeconómico, de modo que la dependencia de las autoridades se restrinja a favor de una mayor autonomía en el ejercicio de la responsabilidad. En un segundo paso, las posiciones de la población y de la élite deben pasar por un proceso de acercamiento mutuo. Por primera vez, éstas últimas se ven seriamente desafiadas por una nueva generación. Con una renta media de 19'000 dólares anuales ha surgido en el caso de Chile una clase social, que no solo dispone de más dinero para la educación y para libertades individuales sino que tampoco tiene reparos en alzar su voz. El profesor Eichholz ve como única salida la disposición de las élites a ceder su poder mientras, a cambio, los ciudadanos han de medir sus expectativas en dimensiones realistas. En caso contrario, es de temer una fragmentación masiva de la sociedad. (Texto: Manuel Pombo)